viernes, 11 de octubre de 2013

Microrrelato: Amor en tiempos del cromo.


El cristal de la ventana del motel atrapaban las serpientes rosadas de neon del edificio vecino. Klaus J Senze tiro los restos del cigarro a la calle y cubrió las ventanas con  el velo plateado que forma la cortina. Abrió el minibar de la habitación, decidió servirse en un ancho vaso un Cutty shark con dos islas de hielo.

Mientras bebía recordaba en su mente la excusa que le había dado a su mujer un  par de horas antes para no aparecer por casa esa noche, el dia siguiente tendría que representar una trabajada ficción de un hombre cansado de hacer horas extras.  El la quería lo tenia claro, no podía tener queja de ella era inteligente, bella y joven a pesar de no ser ya ninguna niña. Una sombra de remordimiento recorrió sus autopistas neuronales. Pero dicha sombra desapareció con un giro de cuello al lado de la cama.

Ahí estaba ella desnuda, mirándola con sus ojos de un violeta imposible. Su cuerpo formaba una cordillera perfecta encima de la cama.  Sus grandes pechos con una quietud y una magnificencia aun reflejaba en su superficie el brillo de una saliva formada unos minutos antes. Sus piernas como grandes columnas que abiertas mostraban la profundidad de una diosa creadora. Sus labios carnosos tenían todavía marcado el mapa de un cuerpo ajeno.  La erección no tardo en regresar a su dueño y con un salvajismo animal, atávico inscrito en sus genes se abalanzo sobre la mujer. Mordió, toco lamió con la desesperación propia de un condenado:

-Te deseo! -¿no sientes mi pasión? ¿No te estremecen mis besos?Grito el otoñal amante a su acompañante.

La muchacha ignoro las palabras de la sombra que estaba encima suya, rozando todo su cuerpo con el suyo.

-¡Contestame!- Mirando fijamente con ojos estrabicos.

Silencio fue la única respuesta, ni el mas ligero temblor por parte de ella.

Poco a poco la cadencia de las embestidas de Klaus se hacen mas brutales.

-¡te amo! Las lagrimas fluyeron por su rostro. Cuando el hombre inundo el valle de la chica con su nieve liquida.

Después de acabar. Klaus se incorporo se limpio. Y mirando el parpadeo luminoso intermitente de los ojos violetas de la chica, se lamento de la brevedad de carga de las baterias de litio.

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